LEYENDAS.

La Leyenda de las Palomas del Castillo

Una de las Leyendas que se escuchan mucho por Arcos es la de la paloma blanca volando sobre una de las torres del castillo, estas leyendas han pasado de padres a hijos y ha sobrevivido al paso de los años hasta que ha llegado a nuestros días. Cuenta la leyenda que el Duque que vivía en el castillo tubo una hija que estaba enamorada de un joven mozo de clase baja.


 El Duque no quería la unión de este enlace, no aceptaba que su hija se casase con un joven de clase baja.
El Duque encerró a la hija en una de las torres del castillo, mientras que el joven mozo fue asesinado en otra de las torres del castillo para evitar así que se casasen.
Dicen que, ese día volaron dos palomas de cada torre, y cuando los guardias entraron en la torre para liberar a la hija del duque, no estaba allí, ni tampoco el cuerpo del joven en la otra torre. Muchas personas de nuestro pueblo dicen que hoy en dia aun se puede ver muchas veces dos palomas revoloteando por los alrededores del castillo y la peña. Esto es solamente una leyenda ya cada cual piense lo que quiera, también quiero decir que hablando con varias personas del pueblo existen varias versiones sobre esta leyenda por eso si tu sabes otra versión, no olvides de comentar en el blog.




La leyenda de dragon de la peña.


Cuenta la leyenda que durante el reinado de Taifa por los moros, Arcos estaba gobernada por Ibn-Khazruneras la bandera del pueblo por entonces era verde y en el centro figuraba un feroz dragón dorado. El color procedía de los fatimitas, cuya familia pertenecía los reyezuelos, pero el dragón se decía corresponder a uno de esos mitológicos animales que los berberiscos guardaban en el corazón de la peña para amedrentar a su enemigo. Todavía en el pleno siglo XVI, el poeta Diego Ximenez de Ayllon recordaba la leyenda en su obra sobre el cid Campeador. La leyenda del dragón esta aun hoy en el recuerdo de los habitantes de Arcos.

 

 

La Leyenda de la Reina Mora y el Rio



Esta es una de las leyenda más conocidas por los arcenses es la de la bajada de la reina mora, que lo era a la vez de Arcos y Lebrija por un pasadizo secreto que todavía se conserva desde el castillo hasta el rio Guadalete. La reina mora lo bajaba para bañarse, dicen que en el estrecho cerco a que Arcos fue sometido por las tropas del infante don Enrique en 1255, un soldado acertó a ver desde la orilla opuesta del rio, la belleza deslumbrante de reina mora, que al atardecer se bañaba en las tranquilas aguas del rio Guadalete al que los árabes le llamaban “rio del olvido” o “de la leche”.
El soldado unió su curiosidad recreativa en el cuerpo de la mora y atención de averiguar el camino que la había llevado hasta allí. Su sorpresa fue tan grande que cuando observo como cubriéndose con fina y policroma de seda con la mano izquierda apartaba unas adelfas con la derecha para entrar en una cueva en cuyo fondo se apreciaba una rampa, el soldado conto su visión al infante, que ordeno la entrada de algunos valientes por la cueva, varios soldados entraron por la cueva internándose en la oscuridad, la cueva era estrecha y empinada, subieron ansiosos de terminar su carrera y se sorprendieron al encontrarse en el patio de armas del alcázar de Arcos. Los moros creían que nadie encontraría ese pasadizo , el patio se encontraba totalmente desierto mientras la guardia hacia el paseo de ronda por terrazas y almenabas , no fue difícil sorprender por la espalda a los confiados centinelas y hacerlos callar para siempre, los soldados cristianos se colocaron los uniformes moros y protegidos por la oscuridad de la noche se deslizaron por las oscuras calles hasta abrir de par en par los portalones de la puerta de jerez que estaba situada justamente en la cuesta de belén.
El Ejercito de Fernando III el Santo, al mando su hijo Enríquez entro a saco en el recinto murado sorprendido dormidos a los musulmanes que se vieron obligados a rendirse con la condición de que los habitantes de arcos quedarían viviendo en el interior de la muralla y serian respetadas tanto sus costumbres como su religión.
Estos hechos ocurrieron el día 29 de septiembre de 1255, festividad de San Miguel Arcángel que fue nombrado patrón de la villa.